domingo, 14 de junio de 2015

la solidaridad

9na entrada
                 
El valor de la SOLIDARIDAD.

La solidaridad se entiende como la ayuda, el apoyo, la fraternidad y la empatía hacia quien sufre un problema o se encuentra en una situación desafortunada, o hacia quien promueve una causa valiosa. Es solidario quien hace suyas las situaciones, las necesidades y las acciones de los demás. Se es solidario con un compañero o una compañera que no entendió cómo se resuelve cierto problema de Matemáticas, explicándole.
La solidaridad debe reflejarse en un compromiso con el otro, con su dignidad, su libertad y su bienestar, especialmente por lo que respecta a los más necesitados. Implica conservar nuestra capacidad de indignación ante las injusticias y estar listos para combatirlas, así como el compromiso con el respeto de los derechos de los demás.
Asimismo, el valor de la SOLIDARIDAD dispone el ánimo para actuar siempre con sentido de comunidad. La persona solidaria sabe muy bien que su paso por el mundo constituye una experiencia comunitaria y que, por tanto, las necesidades, dificultades y sufrimientos de los demás no le pueden ser ajenos jamás. Quien es solidario sabe que su propia satisfacción no puede construirse sobre el bienestar de los demás, esta consciente de que en cada hombre hay la posibilidad de sentirse útil y realizado en todos los aspectos como persona.
Quien es solidario entiende perfectamente que es un ?animal sociable por naturaleza, un zoon politikón, que es una célula del gran cuerpo social y jamás olvida que no hay trasgresión particular ni privada que no afecte de alguna manera a los demás?.
El principio de solidaridad se fundamenta en la naturaleza social del hombre y en su dignidad de persona. Por ser el hombre sociable por naturaleza, su perfeccionamiento exige que procure el bien sobre el bienestar particular, por lo que dispone que cada hombre responderá por la sociedad de la cual forma parte. Por esto, la solidaridad exige que los hombres realmente busquen y encuentren la perfección de sus quehaceres sociales y que la sociedad responda por cada uno de ellos. Expresa una simetría entre la naturaleza social del hombre y su calidad de persona, entre el bien particular y el bien social. En consecuencia a lo anterior, es importante considerar que la tercera generación de los Derechos Humanos establece sus bases en el Derecho de los Pueblos y de Solidaridad, atendiendo a la necesidad del derecho a la paz, al desarrollo, al medio ambiente, y sobre todo como seres humanos a la coexistencia pacífica.
Expresa la debida reciprocidad y dependencia del individuo con la comunidad, lo que se traduce en la responsabilidad integral: cada uno ha de responder por cada uno de sus miembros. La solidaridad exige que el interés personal sea puesto al servicio del bienestar comunitario.


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